Poems Should Be Fun

Tagging Alexandra Forsyth | Bhavna Narula | Hannah M. Moore | Aaron Kemp | Haider Jamal | Anuradha Wickramarachchi | Mary Keating | Kasun Ranasinghe if you’re up to it and anyone else interested in…

Smartphone

独家优惠奖金 100% 高达 1 BTC + 180 免费旋转




La cara B de la B

Porque descender no es solo perder la categoría.

La cancha no perdona.

Si dentro del field se libra una batalla de once contra once, en las tribunas la pelea es doble: el hincha se bate a duelo consigo mismo y su cabeza, porque sabe que si la pelota no entra o el rival los clava a último minuto están más cerca de ese infierno al que le teme conocido como “la bé”.

La otra batalla que tiene el hincha es con los que están en la tribuna de en frente. Con tono jocoso, sabiendo que su cabeza funciona matemáticamente calculando los puntos de la tabla del descenso, le cantan que “vos sos de la B”, y si hay bombos y algún que otro redoblante perdido, la humillación parece multiplicarse. Porque el hincha no quiere irse a la B, pero menos aún quiere que los otros se den cuenta de sus miedos y ser humillado.

La B, formalmente conocida como Segunda División Profesional, pensada por todo hincha como “el lugar a donde no podemos ir”, es una suerte de tierra de nadie, frontera peligrosa, el purgatorio de Dante.

Mirá si a alguien le va a gustar descender.

En la B todos pelean por el mismo objetivo: ascender. Pero todos también saben lo que hay del otro lado, es decir, en el fondo de la tabla: el descenso a la C. La C, tan lejana parece cuando uno está en primera, cruzándose a Peñarol y a Nacional de vez en cuando, y tan cercana está cuando uno transita los caminos de la B. La C: el amateurismo, el chiste, los Basañez y los Mar de Fondo que quedaron como huellas no tan nítidas en el imaginario popular, la instrascendencia.

Pero hay algo incluso peor que descender a la B: perderse en la B. Perderse no solo en la tabla, en la intrascendencia, sino también en términos de identidad. Hay quienes consideran que la B es un espacio para rearmarse como equipo y como institución; por otro lado, están los más veteranos que por experiencia saben que la B no es changa, más bien todo lo contrario, bajar es fácil pero subir mucho más complejo.

Sobran los ejemplos de equipos que han sabido rehacerse como institución y como club de fútbol en la segunda división. Rentistas es el ejemplo más claro, habiendo ido de la B a la A y de ahí a ganar un Apertura. Villa Española brilla por sus iniciativas y compromiso barrial: entendieron que el fútbol no solo se juega en la cancha, se juega en la sociedad, y decidieron ser partícipes. El Villa del Norte, Villa Teresa, regenteó una olla popular en los primeros meses de la pandemia.

Pero no todos somos Rentistas o Villa Española. Estamos los otros, los que nos perdimos en la B, los que vacíos de identidad transitamos la montaña rusa de emoción cuando llegan los 3 puntos pero sufrimos la bajada brusca de perder tres partidos al hilo y despreciar el empate. Estamos los que, alentados por la intrascendencia mediática de jugar los sábados de mañana, cuando todos duermen y solo el más fanático se digna a preparar el mate, cerraron las puertas de la institución, la aislaron.

Clubes herméticos, donde mandan pocos y la voz de los hinchas queda del otro lado de la puerta trancada. Clubes sin identidad, sin vínculo, vagando por las fechas de la divisional como un transeúnte que ha perdido su rumbo. ¿Dónde están los dirigentes? ¿Dónde está ese club tan arraigado al barrio y con una identidad propia y fuerte? ¿A dónde vamos a parar?

Y en la cabeza del hincha empieza la tercera batalla, la que supo que algún día iba a pasar pero su cabeza se negó a visualizar siquiera. Sabe que se puede ir a la C, las chances ahora son reales. ¿Cómo salir de esta si apenas acabo de entrar? Galeano decía que en el fútbol no existen ateos, y a un Dios el hincha le reza, sus plegarias y promesas se mezclan con la desesperación. Antes, cuando no todo parecía estar perdido, cantaba que por el clú le iba la vida, y ahora siente que el que se quedó sin vida es el club.

El hincha sigue vivo, pero extraña la dulzura del sol pegándole en el rostro en la tribuna, el gusto de golear después de dos o tres derrotas, la adrenalina de despegarse de los “tres de abajo” cuando estaba en primera. Ahora apenas tuerce el labio en un intento de sonrisa cuando escucha la cortina musical de la B, esa que siempre le gustó pero prefirió estar alejado. Piensa en el próximo partido esperando no hacer un papelón, porque para subir está lejos, no hay que confiarse, pero para no bajar hay que andar con cuidado.

Sigue enamorado, incluso después de conocer ese lado de la B que nadie le contó antes (o nunca vivió en carne propia). Pero ahora también está enfurecido. Enfurecido con quienes se creen dioses y dueños del destino de un club, de su club, de nuestro club; enfurecido con el fútbol, deporte divino pero más traicionero que el tiempo en Octubre.

Y espera que un día los viejos días de gloria (o al menos, aquellos de estar en primera) vuelvan a materializarse alrededor suyo. La cancha es dura, y la B ni te digo.

Add a comment

Related posts:

Detecting anomalies on UAV photos from scratch using YOLOv5

We had a task to detect anomalies (oil spill, excavation, materials storage etc) from UAV photos. There is no dataset of UAV photos containing such anomalies. In this post I will tell how to training…

Keanu Reeves Told Me To Write About Him

The other day I was having some drinks with my friend Keanu Reeves, it had been some time since the last time we had seen each other and we had to catch up.

Why Consilience and Design?

The inspiration for the title of this publication comes from the title of a book by E.O. Wilson. It may seem odd that a blog about user experience design was inspired by a book by a famous ant…